La noche del 19 de mayo, festividad de San Juan Lorenzo, franciscano mártir y patrono de la villa, tiene lugar en Cetina la contradanza. El pueblo considera que esta danza es de origen celta, etnia a la que, curiosa consciencia del supuesto orígen, se retrotraen no pocos cetinenses; aunque son varios los eruditos que niegan esta procedencia y sitúan su nacimiento en los siglos XVII y XVIII.
Unos treinta días antes de la fiesta comienzan los largos y esforzados ensayos, al mismo tiempo que los familiares de los contradanceros van confeccionando los trajes. Las máscaras se hacen o hacían aparte, pues hasta 1987 era el artesano Manuel Cano el que las fabricabay no disponemos de más información en el momento de redactar el artículo.
La representación suele empezar a las 23:00 horas y la duración depende del número de mudanzas o poses realizadas; si se ejecutan todas, más de una hora y media. Se hace a la luz de los hachones que portan los contradanceros, apagándose toda iluminación artificial en la plaza del Castillo, donde se lleva a cabo. El efecto es digno de ser visto.
Son ocho contradanceros, más el Diablo; aquéllos enmascarados y ataviados con motivos florales, cósmicos y religiosos blancos sobre tela negra, o viceversa, según corresponda; el Diablo va de rojo y los motivos son blancos. Los cuatro de traje oscuro serán los que soportarán el peso de los demás en la composición de las mudanzas. Los nombres de éstas, al igual que los símbolos representados en los trajes, enlazan lo profano con lo cristiano: las llamadas de San Juan Lorenzo, la Virgen de Atocha, San Pascual Bailón, y las de significado oscuro: Batán por alto, Batán por bajo, la Peana, los Arcos, la espectacular del Castillo, etcétera.
Acaba la representación con la muerte del Diablo, a lo cual responde el público con un sonoro "¡Viva san Juan Lorenzo!".
La contradanza viene siendo en los últimos años un elemento aglutinante de la "diáspora" cetinense, producida en los años de la emigración. Son numerosos los naturales del lugar y descendientes que regresan sólo esa precisa noche, estén donde estén, y muchas veces de incógnito, según nos cuenta alguno. Este año, unas 1500 personas son las que han acudido a la villa la noche de San Juan Lorenzo (fuente: Heraldo de Aragón, 20-V-05).
Fotografía de C. Moncín, Suplemento Heraldo de Aragón,28-VI-87)